El actor, conductor y orgulloso embajador del “gordito tatuado que hace reír”, apareció en la plataforma con una bio que es todo un viaje… literal y emocional.

Para empezar, el perfil está en inglés. Sí, el hijo de Carmen Barbieri se internacionalizó: “Actor, host & globetrotter from Buenos Aires, Argentina”. ¿Globetrotter? Fede, te vimos en Carlos Paz con una peluca rosa, no en la alfombra roja de Cannes. Pero le ponemos ficha igual.

Edad: 33 años.

Altura: 1,67 m (dato honesto, aplaudimos).

Signo: Libra, así que equilibrio no le va a faltar (excepto en las relaciones, ya vamos a eso).

Ejercicio: sí (aunque en las fotos está más cerca del asado que del abdominal).

Hijos: no, gracias.

Fuma: socialmente.

Bebe: también.

Religión: ateo.

Política: no, paso.

Y después de esta ficha técnica que parece la solapa de un electrodoméstico, se despacha con frases épicas como:

🗣 “No soy feliz en pareja monógama”.

🗣 “Soy un gordito con tatuajes”.

🗣 “Estoy roto, loco y soy muy gracioso”.

🗣 “Buen amigo, mal novio”.

O sea, el chabón se vende como si fuera una combinación de Homero Simpson, Bad Bunny y Guille Valdés después de tres vinos.

Lo más impresionante: ¡tiene muchos matchs! Él mismo lo dijo. Aunque admite que a veces la gente lo stalkea para ver si es él de verdad. Y sí, cuando te aparece Fede Bal en el celular, lo primero que pensás no es “me enamoré” sino “¿qué clase de cámara oculta es esta?”.

Además, no se quedó callado cuando lo mostraron en TV: puso cara de “tierra, tragame”, pero igual aclaró que la app la usa “afuera del país”. Porque en Argentina solo se chamulla por Instagram, eso lo sabe cualquiera.

Conclusión: Fede Bal en Tinder es como un reality en sí mismo. No sabés si te va a contar una anécdota de MasterChef, invitarte a un viaje o romperte el corazón en seis episodios. Pero te vas a reír seguro. Y eso ya es más de lo que ofrecen muchos perfiles con abdominales pero cero gracia.

Así que ya sabés: si te lo cruzás en la app, no lo dudes. Dale like. Al menos te llevás una historia para el grupo de amigas. O con suerte… un viaje en moto con Carmen de suegra. ¿Quién te quita lo vivido?