¿Cuántas veces compramos algo que no necesitábamos… y al abrirlo sentimos más culpa que alegría?
¿Pensamos antes de comprar o directamente lo vemos y lo compramos?
¿Siempre necesitamos lo que compramos?
¿Y qué estamos tapando con tanta compra?
Por Gabriela Guerrero Marthineitz
En mi columna anterior te conté que el Parlamento francés aprobó una ley para frenar la moda de usar y tirar, más conocida por esta comunicadora como fast fashion.
Prohíben anuncios, imponen multas… tarde se acordaron del impacto ambiental, pero bueno, al menos alguien lo tuvo en cuenta.
El tema es que lo que se empieza a prohibir en el mundo acaba de llegar a la Argentina. Y como casi siempre, llegamos tarde… y desesperados.
Todo el mundo salió corriendo a comprar vía Temu o Shein.
Más objetos, más barato, más rápido. Siempre atrasados.
Hoy, estas dos plataformas son la novedad.
Influencers y famosos compran sin parar.
El caso más claro lo vi en TikTok: una actriz muy reconocida mostró su “unboxing” nocturno, comprado en un ataque de insomnio.
Prendas que no coincidían con la web, telas de mala calidad.
¡Aleluya! Qué gran descubrimiento.
Y ahora me pregunto:
Si ya pasó en otros países, si tenemos información ilimitada…
¿Por qué lo repetimos?
¿Qué pasa con nosotros?
¿Estamos listos para dejar de correr detrás del descuento, la caja, la novedad?
Las causas emocionales del consumo compulsivo.
Como siempre, me gusta sumar la mirada de profesionales expertos en cada tema. Por eso recurrí a la Dra. Geraldine Peronace, psiquiatra especializada en adicciones, quien aporta una perspectiva valiosa desde las neurociencias para entender qué hay detrás de la compra compulsiva.
Sus palabras fueron tan reveladoras como alarmantes.
“Los cerebros no están pudiendo dormir —me explicó—.
Vienen con tanto estrés, tanta pantalla, que están hiperexcitados, hiperestimulados.
Entonces el sueño se fragmenta y al no descansar bien, el cuerpo pide más dopamina. Dopamina, dopamina, dopamina.
Y ahí aparece la trampa: abrimos una app, miramos reels, nos aburrimos, entramos a una tienda online, compramos.
Esa compra nos da una microdosis de placer, de alivio, de algo.
Porque sí: comprar, como tantas otras conductas compulsivas, puede hacernos liberar dopamina (DOPAMINA = PLACER)
Es química cerebral. Pero no es solución, es espejismo.
Como dice Geraldine: “NADIE NACE ADICTO, PERO UN ADICTO SE HACE.”
Y cuanto más se avanza en esa pendiente, más difícil es volver atrás.
La pantalla hace que no se libere melatonina (MELATONINA = SUEÑO), por lo tanto el sueño no llega.
Por eso propone algo tan simple como urgente: apagar las pantallas dos horas antes de dormir, recuperar el silencio, el libro, la música suave, el té antes de acostarse.
Hacer las paces con nuestra mente para que no necesite anestesiarse con consumo.
Volver a escribir con lápiz y papel.
Respirar.
Porque —como bien dice— estamos viviendo tiempos de locos, y cuidarse también es desobedecer esa locura.”
Dra. Geraldine Peronace
Este sistema está diseñado para que no podamos parar.
Algo se activa en el cerebro, algo que anula nuestro autocontrol.
Y eso es grave, como lo explicó la Dra. Peronace:
• La compra como anestesia frente al vacío o la ansiedad.
• El shot de dopamina que dura lo que tarda el envío en llegar.
• El síndrome del scroll infinito: nunca es suficiente.
• La idea de que renovarse con ropa es más fácil que revisar lo que sentimos.
Compramos para sentirnos mejor, pero muchas veces terminamos sintiéndonos peor.
¿Qué nos está diciendo esa urgencia por acumular?
¿Algo de todo esto… te pasa?
¿Y, sabés por qué?
Porque todo está diseñado para que tu deseo nunca, pero nunca, se apague.
Precios bajos, ofertas, envíos gratuitos, marketing personalizado, notificaciones constantes.
Todo estimula tu impulso.
Vos, ¿ya te diste cuenta de que el producto somos nosotros?
“La ropa ya no se elige, se agrega al carrito.
“El deseo ya no nace, se programa.
Te propongo algo:
Volvamos a elegir con conciencia.
Tomémonos unos segundos.
Pensá antes de comprar: ¿lo necesito? ¿me representa? ¿vale la pena?
Y vuelvo al lujo silencioso, ese concepto que atraviesa todas mis columnas.
No es dinero.
Es una forma de vida, con sentido, con valores, con respeto por lo que realmente nos hace bien.
Mi abuela no tenía cinco abrigos. Como mucho, dos.
De excelente calidad. Y los heredábamos. Porque duraban. Porque eran bellos.
Porque tenían alma.
Zapatos, carteras, abrigos … artesanales, atemporales.
Prendas que se pasaban de generación en generación.
¿Y si volvemos a eso?
¿Y si cuidamos más lo que tanto nos cuesta ganar?
¿O no te cuesta ganar, tu plata?
Una prenda con historia.
Una joyita en una feria vintage.
Caminar y buscar una prenda de calidad y buen precio (que hay).
Con nobleza, con alma.
Elegir bien también es elegir cómo queremos estar en este mundo.
Alguien me dijo que ya es muy tarde para cambiarlo.
¿Vos qué creés?
¿Nos ganó el algoritmo?
¿O todavía podemos reiniciar nuestro autocontrol dormido?
Tal vez el verdadero lujo hoy sea eso:
Sentir, en lugar de tapar.
Elegir, en lugar de acumular.
Vestirnos, en lugar de escondernos.
Volver a tener autocontrol.
Hasta la próxima!
La Señora del Lujo Silencioso.
Dra. Geraldine Peronace
Medica Psiquiatra especialista en adicciones.
Docente
Conferencista
Investigadora Independiente
Instagram: @geraldineperonace
¿Cuántas veces compramos algo que no necesitábamos… y al abrirlo sentimos más culpa que alegría?
¿Pensamos antes de comprar o directamente lo vemos y lo compramos?
¿Siempre necesitamos lo que compramos?
¿Y qué estamos tapando con tanta compra?