Los datos son concretos, las imágenes hablan solas y las preguntas empiezan a multiplicarse:

Luciana Salazar utilizó la aeronave para un viaje relámpago rumbo a Uruguay. Una escapada discreta, sin paparazzi, que despertó rumores sobre un nuevo vínculo entre la diva y un misterioso empresario ligado al futbol con poderosos nexos en México.

Wanda Nara voló en idéntico jet hacia un paradisíaco destino de México, nada menos que donde se grabó la versión latina de Love is Blind. Allí filmó su reality, pero la coincidencia del avión encendió todas las alarmas.

Jésica Cirio no disimuló: aterrizó en el Distrito Federal y, según murmuran en los pasillos de la farándula, lo hizo con un único objetivo —visitar directamente al dueño del avión—.

Tres mujeres, tres viajes distintos, un mismo protagonista en las sombras. El empresario-representante mantiene un perfil bajo en lo público, pero su historial privado lo ubica en el centro de los rumores más picantes. Su avión no parece ser solo un medio de transporte: se transformó en la pasarela silenciosa donde se cruzan negocios millonarios, amistades peligrosas y romances prohibidos.

La pregunta es inevitable:

¿estamos frente a simples coincidencias aéreas o a la antesala del próximo gran escándalo que sacudirá a la farándula argentina?

Lo único seguro es que ninguna de estas divas se subió a ese avión por casualidad. Y en un ambiente donde nada es inocente, todo indica que la historia recién empieza.