La apertura de las importaciones está destruyendo los oficios alrededor de la moda argentina. Apertura de importaciones y atraso cambiario: más de 11.500 empleos registrados perdidos entre diciembre de 2023 y junio de 2025, y el cierre de 380 empresas, según Fundación Pro Tejer.
Por Gabriela Guerrero Marthineitz
La producción textil cayó alrededor del 14,5 % en el último año, con una utilización de la capacidad instalada apenas en torno al 46,4 % en febrero de 2025, cifra similar al año anterior pero aún 6 puntos por debajo del nivel de 2023.
Fundación Pro Tejer
El valor de los precios del rubro solo creció un 24,4 % interanual, muy por debajo de la inflación general, lo que refleja una pérdida dramática de rentabilidad y competitividad.
Mientras tanto, las importaciones se disparan. Según Pro Tejer, el 67 % de la ropa que se consume en Argentina hoy es de origen extranjero, un nivel sin precedentes.
Las plataformas de ultra fast fashion como Shein y Temu amplifican la presión. En 2025, las importaciones de confecciones aumentaron un 86 % en volumen y más del 100 % en valor interanual.
Los tejidos de punto, por ejemplo, ingresan al país a un precio FOB promedio 45 % más bajo que la media histórica registrada entre 2015 y 2024.
El resultado:
6 de cada 10 empresas redujeron personal en este período.
El 72 % de empresas adoptó alguna medida que afectó su plantilla entre fines de 2023 y marzo de 2025.
En 2024, se mantiene un freno fuerte a la inversión: el 70 % de las empresas no adquirieron maquinaria nueva, y el 80 % no prevé hacerlo en 2025.
En julio, la producción cayó 10,1 % interanual, un desplome comparado con una industria general que retrocedió solo 1,1 %.
En el tercer trimestre de 2024, las ventas de indumentaria local cayeron 18 % respecto al año anterior.
Este panorama revela una crisis estructural de enorme magnitud.
No es solo la caída temporal de un ciclo: es una implosión de un sistema productivo que fue erosionado por políticas que priorizaron la apertura indiscriminada sin mecanismos de protección ni estímulo interno y se viene destruyendo desde la primer apertura de importaciones allá por los ’90.
Factores clave detrás del derrumbe
Pérdida del poder adquisitivo.
El colapso del consumo interno ha sido el empujón más fuerte.
Más del 80 % de las empresas encuestadas identifica la erosión del poder adquisitivo como principal responsable.
Competencia desleal vía importaciones
La eliminación de valores criterio y controles aduaneros facilitó la entrada de productos subvaluados.
Los aranceles bajaron: de un 35 % a un 20 % para ropa y calzado.
El hecho de que los tejidos ingresen con un precio FOB 45 % inferior potencia las sospechas de subfacturación.
Atraso cambiario
La brecha entre el costo de producción genuino (insumos, salarios, energía) y el precio regulado por un tipo de cambio subvaluado hace que producir localmente sea cada vez más inviable.
Escalada del modelo ultra fast fashion
Shein, Temu y similares aplican economías de escala, producción ágil en Asia, logística de bajo costo y marketing digital agresivo.
En Argentina ese modelo es casi imposible de igualar.
Plataformas como Shein han impuesto slogans como “Buy like a billionaire”, una invitación a consumir sin medida, como si el límite no existiera.
Esa frase es parte del marketing emocional que instala la ilusión más que el valor.
Falta de inversión y abandono tecnológico
Con la caída de las ventas, muchas empresas no renovaron equipos ni expandieron capacidad.
Se pierde competitividad, innovación y eficiencia.
El costo humano detrás de los números
No son estadísticas: son personas, talleres, oficios que desaparecen.
Más de 11.500 puestos laborales registrados se borraron en 18 meses.
Se cerraron 380 empresas.
Quedan miles de máquinas silenciadas, rutas productivas rotas, comunidades que perdieron identidad.
Los artesanos son los más afectados: su valor no compite con volumen, su excelencia no compite con velocidad.
En muchas provincias, donde la industria textil estaba vinculada a economías regionales, el impacto es devastador: migración laboral, familias sin sustento, jóvenes sin oficio heredado.
La Asociación Obrera Textil (AOT) también se ve presionada, pues los trabajadores se quedan sin empleo formal, y la informalidad crece silente.
Esta crisis no es temporal. No es culpa del mercado ni solo del consumidor, es el resultado de decisiones políticas, de un modelo que prioriza el acceso externo sobre la producción local, de un lujo barato que anestesia las heridas del tejido social.
Cuando el slogan “Buy like a billionaire” cala en la cultura, deja de ser lema y se convierte en filosofía de vida: consumir para llenar huecos emocionales, para fingir bienestar, pero esa ilusión no fabrica crecimiento, ni empleo, ni oficio.
El verdadero lujo no está en la prenda de última temporada, sino en la elección consciente, en la apuesta al territorio productivo, en la dignidad del hacer.
Si no recuperamos la cadena textil argentina, perdemos más que fábricas: perdemos saberes, comunidades y la posibilidad de vestir nuestra propia historia.
Porque el lujo silencioso, el que no necesita hablar para ser, el que no anestesia sino despierta, es el que debemos rescatar ahora.
Y vos, te sumás a generar ideas creativas para que no desaparezca lo nuestro o Shein, Temu y demás tiendas inescrupulosas ya ganaron la batalla?
Hasta la próxima.
La Señora del Lujo Silencioso
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