Todo comenzó cuando la mediática empresaria decidió adquirir una lujosa propiedad. Pero lo que parecía una simple compra terminó destapando una guerra de poder, intereses cruzados y una jugada legal que huele… muy raro.

Según trascendió, el abogado Nicolás Payarola —quien habría estado asesorando a Wanda en temas financieros— le sugirió poner la propiedad a nombre de una sociedad offshore. ¿El detalle que encendió las alarmas? ¡Esa sociedad no estaba a nombre de Wanda, sino a nombre de un socio de Payarola! Una maniobra que, según fuentes cercanas, podría dejarla sin nada en caso de conflicto.

Pero en medio del escándalo, apareció una figura inesperada que se convirtió en la heroína de esta historia: la doctora Ana Rosenfeld, histórica abogada y amiga intermitente de Wanda, le advirtió del peligro de esa movida y le aconsejó poner la casa a nombre de sus hijos. “Protegé lo que es tuyo y lo de tu familia”, habría dicho Rosenfeld, firme como nunca.

Este gesto de lealtad ablandó a Wanda, que no dudó en tomar distancia de Payarola y acercarse nuevamente a Rosenfeld, con quien había tenido diferencias en el pasado. ¿Reconciliación mediática o alianza estratégica? Lo cierto es que ahora ambas se muestran más unidas que nunca.

Las redes sociales estallaron, los programas de chimentos se relamen y los abogados se frotan las manos. ¿Wanda fue víctima de una jugada sucia? ¿Hubo intento de estafa encubierta? ¿Quién es realmente el socio oculto detrás de la offshore?

Una mansión, un abogado, una abogada y una mediática. El cóctel perfecto para una nueva novela argentina, versión real. Y como siempre, Wanda en el centro del huracán… pero esta vez, jugando con fuego legal. ¿Quién ganará esta pulseada? ¡Seguimos informando!