El buen vestir no es solo cuestión de moda: se trata de leer el contexto, prestar atención a los detalles y actuar con coherencia.
Por Gabriela Guerrero Marthineitz
En mi columna anterior reflexionábamos sobre cómo ciertas elecciones de vestuario pueden eclipsar nuestras capacidades profesionales.
En otras palabras: a veces somos nosotras mismas nuestras propias enemigas.
No se trata de censurar la libertad personal, sino de comprender que cada espacio tiene códigos y que saber interpretarlos es parte de la inteligencia social y profesional.
Sentido común aplicado al vestir
Vestirnos pensando en la audiencia y en el objetivo de la situación es clave.
No es lo mismo una charla TED, un networking empresarial o un cóctel con amigos.
“Si voy a presentar un proyecto millonario, no puedo vestirme como para la playa.”
“Si asisto a una cena de gala, cierre de un congreso internacional, no puedo vestirme como una femme fatale… no, si quiero que recuerden mis palabras, mis acciones y mi profesionalismo.”
“Si voy a participar en una mesa de negociación no puedo llevar un escote que distraiga la atención, te aseguro que nadie va a recordar la propuesta.”
El sentido común es el filtro previo: preguntarnos “¿Esto ayuda o distrae del mensaje que quiero transmitir?”.
Sugerencia: Mirarte al espejo varias veces puede ayudar a descubrir si es o no acertado el vestuario elegido, pero en ese momento tenés que ser muy objetiva y sincera con vos misma
Coherencia entre lo que digo, hago y visto
Si comunico innovación, pero mi imagen es anticuada, hay ruido.
Si hablo de elegancia y discreción, pero mi look es excesivo, hay contradicción.
La coherencia genera confianza: la gente percibe cuando hay alineación entre el mensaje verbal y el no verbal.
TODO COMUNICA , y no me voy a cansar de repetirlo.
Gesto, postura y movimiento
El vestuario no viaja solo: lo acompaña la gestualidad, el tono de voz, la postura.
Un traje perfecto puede perder fuerza si el lenguaje corporal contradice el mensaje.
Un vestuario llamativo puede desviar el foco y hacer que se pierda interés en lo que se dice.
El otro lujo silencioso
Esta semana, en distintos eventos, vi algo que me dejó pensando.
Mucho traje impecable, relojes de colección, carteras de diseñador… pero poca educación.
Saludos que no llegaron, “por favor” y “gracias” que parecían fuera de moda.
Bebían y comían como si fuese el fin del mundo!
Y me pregunto: ¿de qué sirve vestirnos de etiqueta si olvidamos las formas más simples de respeto?
Hablamos muchas veces del lujo silencioso: esa forma de vestir que no grita, que transmite calidad sin ostentar.
Pero hay otro lujo todavía más valioso e invisible: el de la coherencia.
Que lo que pensamos, sentimos, decimos y hacemos sea lo mismo.
Y aquí es donde quiero poner el acento: los buenos modales, los valores y el respeto son parte esencial de nuestra marca personal.
Son lo que nos hace destacar y permanecer en cualquier ámbito, incluso más que un vestido perfecto o un traje a medida.
Porque una prenda puede impresionar, pero un gesto amable deja huella.
La persona que nos trata bien es la que queda inexorablemente en nuestro recuerdo.
El relato y la realidad
Si hablamos de cuidar el planeta, de proteger recursos, de vivir con conciencia…
¿Por qué seguimos comprando compulsivamente en tiendas como Shein o Temu, que sabemos que trabajan con talleres esclavos y promueven un consumo desmedido y descartable?
¿Por qué sostenemos un discurso “verde” con una mano mientras con la otra llenamos bolsas de prendas que durarán dos lavados?
¿No te suena un poco hipócrita ese discurso?
No deberíamos reflexionar con responsabilidad antes de tomar posturas tan extremas cuando la evolución del mundo no ayuda?
El traje invisible
La coherencia es un traje que no se ve, pero se nota.
Se nota en el saludo, en el agradecimiento, en cumplir la palabra, en no comprar por impulso, en dejar que nuestras acciones respalden nuestras ideas.
Porque los buenos modales, los valores y el respeto son claves para destacarnos en cualquier ámbito en el que nos movamos.
Y ese respeto también se refleja en cómo hablamos.
Elegir un vocabulario claro, que todos puedan comprender, es un gesto hacia nuestra audiencia y nuestros interlocutores.
En Argentina, muchas veces creemos que usar palabras en otros idiomas (sobre todo en inglés) nos hace ver más profesionales.
Pero, ¿es realmente así?
Tal vez la verdadera sofisticación esté en expresarnos con sencillez, sin excluir a nadie, y reservando los extranjerismos para cuando aportan valor y no solo apariencia.”
Podés comprar la tela más fina o el zapato más exclusivo, la joya más costosa, un reloj premium, pero no hay tienda que venda valores y buenos modales.
Eso se construye, se elige y se cuida todos los días.
Ese, para mí, es el lujo más alto y silencioso; para vos?
Hasta la próxima
La Señora del Lujo Silencioso
Lo que comenzó como una foto de lujo y ostentación en redes sociales derivó en un terremoto financiero y judicial: tras la denuncia pública de Show de Noticias.